Buenas prácticas

¿Qué NO debe hacer un conserje en propiedad horizontal?

En una copropiedad, el conserje cumple un papel clave en la armonía y operatividad diaria del conjunto. Sin embargo, aunque muchas veces se le asignan múltiples tareas, existen límites claros que no debe sobrepasar, tanto por ley como por eficiencia.

Uno de los errores más comunes en conjuntos residenciales es confundir el rol del conserje con el de un vigilante o guarda de seguridad. Esta confusión, además de ilegal, puede poner en riesgo la seguridad del conjunto y del mismo trabajador. Según el Decreto 1072 de 2015 y la Ley 675, el conserje no puede asumir funciones de vigilancia, como portar elementos de defensa, detener personas o monitorear cámaras de seguridad sin la debida capacitación y habilitación.

Tampoco es función del conserje intervenir en conflictos entre vecinos, actuar como árbitro o imponer sanciones. El comité de convivencia y la administración están designados para mediar en estos casos. El conserje debe mantenerse al margen y reportar cualquier anomalía a su superior o al administrador.

Otra mala práctica es recargar al conserje con tareas ajenas a su contrato, como jardinería especializada, mantenimiento eléctrico o plomería avanzada. Aunque pueda apoyar en lo básico, esas funciones deben ser asumidas por personal calificado, como toderos o técnicos.

Además, no debe recibir pagos en efectivo por parte de los residentes, ya que eso expone tanto al conserje como a la copropiedad a riesgos de mal manejo de fondos o robos.

Por último, es vital que el conserje mantenga una actitud profesional: no debe compartir información privada de residentes, ni aceptar favores que comprometan su imparcialidad. La ética, el respeto por los protocolos y la comunicación efectiva son pilares de una buena conserjería.

Contar con un conserje profesional y correctamente enfocado en sus funciones garantiza un ambiente seguro, organizado y respetuoso para todos los residentes.