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El todero es una de las figuras más versátiles y útiles en una copropiedad. Su presencia garantiza la atención oportuna de tareas menores que de otra manera se acumularían o requerirían contratistas costosos. Sin embargo, muchas veces se desconoce hasta dónde llegan sus responsabilidades, especialmente cuando se trata de trabajos como la pintura.
Sí, un todero puede pintar. Es común que realice retoques en barandas, rejas, puertas, muros o zonas comunes que no representen riesgos para su integridad ni requieran trabajo en alturas. No obstante, hay que tener en cuenta que el hecho de que sepa usar una brocha no significa que pueda intervenir en cualquier estructura o bajo cualquier condición.
Por normativa laboral, ningún trabajador que no esté debidamente capacitado y certificado puede ejecutar actividades que impliquen riesgo, como pintar en escaleras altas, fachadas o cubiertas sin arnés y elementos de seguridad. Además, la pintura de superficies amplias o con requerimientos técnicos (impermeabilización, señalización, uso de epóxicos) no debería recaer en un todero, sino en un técnico especializado.
Es importante también que los administradores cuenten con una descripción de cargo clara que delimite las tareas permitidas del todero. Asignarle trabajos complejos no solo pone en riesgo su salud y el patrimonio de la copropiedad, sino que puede derivar en sanciones por parte de la ARL en caso de accidente.
El todero es un aliado clave en el mantenimiento preventivo, pero no debe sustituir a un contratista especializado cuando el trabajo requiere experiencia, licencia o riesgo estructural. Pintar bien puede ser parte de sus habilidades, siempre que se respeten los límites legales, técnicos y de seguridad.
¿Sabes qué tareas puede hacer legalmente tu todero y cuáles debes delegar a expertos? Tenerlo claro evitará accidentes, errores y costos innecesarios.
